Sed de Deseo - Capitulo 1
- Andy Pau
- 16 ago 2019
- 2 Min. de lectura
Sentada en el bar "Salome", vi entrar a un hombre joven y apuesto que iba vestido con un traje color negro y de corbata gris, que me daban unas locas ganas de vendarle los ojos para cojermelo todo. Le decían el "Masoquista"y no tengo que explicárselos porque. Se acerco hacia mi y enseguida me ruborice, mi respiración cambio y empece a apretar mis muslos fuertemente debajo de la mesa. Me pregunto, ¿Qué te gusta tomar? y le conteste un whisky en las rocas y lo pidió . Se sentó conmigo y me dijo, tienes un buen cuerpo y me gustaría cojerte y lamerte ese coño debajo de tus bragas y yo le dije que ami me gustaría que me lo hicieras. Pidió la cuenta de la bebida y me dijo que me quitara aquí y con mucha discreción las bragas, y me dijo que se las diera; y las guardo en el bolsillo de su pantalón. Salimos del bar y me dijo, vamos a mi departamento? y le conteste si, vamos. Cuando íbamos en el elevador, me metió su mano debajo de mi falda y enseguida mis pupilas se dilataron y mil orgasmos se apoderaron de mi. Llegamos a su departamento y me dijo que lo esperara en su habitación, donde era un horno de deseo. Cuando entro a la habitación , me pidió que me desvistiera lentamente y cuando por fin estaba completamente desnuda, saco del cajón unas esposas y me las puso en las manos. El empezó a quitarse la ropa y cuando estaba completamente desnudo, se abalanzo sobre mi en la cama y empezó a cojerme. Yo empece a jadear y a sacar mi lengua para marcarle caminos en su cuerpo que iban rumbo a su coño palpitando de la excitación que tenia. Mis senos se pusieron erectos y aprovecho para comérselos. Le dije que rico te mueves, dame mas de comer hasta que todo tu cuerpo te duela. Que rico coño tienes, me dijo jadeando mientras meneaba sus caderas afiladas sobre las mías. Le dije jadeando que rico sabe tu abdomen, mientras el seguía jadeando. Cuando terminamos de comer, la habitación era un horno caliente, la vajilla que usamos estaba desordenada y nuestros cuerpos adoloridos. Yo jamas había tenido tanta sed de deseo, pero el me la quito y hasta el hambre también. Fue el mejor y exquisito acto pecaminoso que hice con ese hombre.
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